martes, enero 11, 2005

Un desafio personal

Fuente:Diario La Naciòn
Nota del lunes 10 de enero
Entrevistado : Jordi Ribera

Jordi Ribera, el catalán que dirige al equipo argentino, abandonó la comodidad del profesionalismo español y ahora lucha contra las limitaciones del amateurismo

Eduardo, que trabaja en la recepción del Cenard, observa que a unos 20 metros ingresa por la puerta principal una silueta calva y retacona, apurando pasos cortos y decididos. No necesita que le digan nada, busca un manojo de llaves y se las entrega a Jordi Ribera, que saluda y pasa con premura para abrir las puertas y ventanas del gimnasio. "Seguidme: tengo que preparar todo para ventilar. Entremos en un sauna."
El catalán, técnico de la selección argentina de handball, que participará en el Mundial de Túnez desde el 23 del actual, vive su aventura en Buenos Aires. Una excursión lejana al ideal que pudo imaginarse, pero jamás se permitiría perder la fe. No va a decir que está arrepentido, ni se va a quejar por la multiplicidad de tareas que se ve obligado a asumir. Al contrario, se lleva por delante cualquier adversidad que se le cruce con una pasión admirable.
Ya en el gimnasio, donde el calor es agobiante, se le pregunta: "¿Podemos comenzar la entrevista?" No, responde, sale corriendo, y dice desde lejos: "Un momento". Cruza un pasillo, se para frente al tablero de iluminación y comienza a bajar las llaves de los focos. "Mira", le dice a un empleado del Cenard que lo observa con un respeto cercano al miedo. "Tienes que activar todas, y cuando se apagan las de este sector, que no calientan, apagas y vuelves a prender. ¿Has entendido?" Cuando se da vuelta, ve que el fotógrafo lo apunta con su cámara: "¡Oye, no me cojas en la foto con tareas manuales que no debo hacer!" Entonces sí, se dispone a la charla.

-¿Cómo se dio el contacto con la Argentina?
-Yo estaba sin equipo en España, me llamó Mario Moccia (presidente de Confederación) y valoré la posibilidad de tener una experiencia que no había tenido hasta ahora, trabajar con una selección, venir a un lugar nuevo y tener la posibilidad de dirigir en un Mundial.

-¿Qué dijeron sus familiares cuando les comentó que se iba a la Argentina?
-La mayor parte de mis amigos y mi gente., bueno., en principio me dijeron "estás loco". Pero no quiero que se piense mal. La gente puede creer que venir aquí es tal o cual cosa. Es que eran conscientes de que yo tenía posibilidades en España (N. de la R.: fue uno de los candidatos para dirigir la selección española). Soy el tercer entrenador con más años de continuidad en nuestra Liga.

-¿La diferencia económica es mucha?
-Bastante grande, sí.

-¿No le molesta perder dinero?
-Cuando me ofrecieron venir no tenía club. Está claro que el sueldo es muy diferente en un sitio y otro. Aquí, el deporte es amateur y allá las dos primeras categorías son profesionales.

Jordi Ribera, de 41 años, lleva 15 como DT en la Asobal, la principal liga de España (la segunda del mundo, luego de Alemania).

-¿Le molestan los contratiempos y tener que encargarse de todo?
-He trabajado en clubes de todo tipo, donde tenía que hacer lo mismo que aquí, y también me tocó estar en otros muy profesionales, en los que para cada cosa que necesitaba tenía una persona que hacía el trabajo por mí. Son experiencias.

-¿Y cómo se siente ahora?
-Hasta ahora... bien. Estoy bien.

-¿Qué sabía de la selección argentina?
-Conocía a los jugadores del Mundial 2003 y a los de la Liga española. Eric Gull, Carou y Crevatín juegan en la Asobal y hay otros en las divisiones menores.

-¿Y al resto?
-En los primeros meses vine a hacerme una idea del nivel. Fui a Mendoza y a Córdoba. Luego me centré en Buenos Aires, que es la zona con más handball. Trabajamos con juveniles para conocer su proyección y hace un mes se confeccionó un grupo de jugadores locales para empezar a trabajar; luego se sumaron los de afuera, y hace una semana estamos con los 16 que van al Mundial.

-¿En qué aspecto debería crecer el handball argentino?
-Cualquier desarrollo deportivo tiene que ir de la mano de lo estructural. Sin una base que lo sustente siempre se tendrá limitaciones. Aquí los jugadores comparten su trabajo con una competición. Hay un certamen local en Buenos Aires, pero no lo hay a nivel nacional, con lo que se conseguiría un salto cualitativo. Con una Liga Nacional entrarían los medios de comunicación y los sponsors, que son fundamentales. Sin esa movilización de marketing no habrá un crecimiento. El jugador bueno se va a otro país, pero es difícil formar a un juvenil sin recursos para entrenarlo cinco días a la semana. Por eso no se puede crecer.

Se para en medio del caluroso gimnasio para la foto. Se seca el sudor y dice: "De a poco uno se entera de cosas. Me dicen que la estructura de este gimnasio la hizo un alemán. Y por lo visto pensó en un lugar de entrenamiento como si este fuera un país nórdico. La mayoría de los cristales son fijos, no se abren. Ese es el problema". Empiezan a llegar los jugadores para el entrenamiento: "Bueno, esto se terminó -dice con voz firme-. Tengo que seguir trabajando".

Por Juan Manuel Trenado
De la Redacción de LA NACION